Eloy Poza, jugador infantil del Rosalía entrenado por Nerea Arca y Pablo Posse, fue noticia hace unos días en la prensa gallega por la enfermedad sufrida al poco de nacer. Bajo el titular "Eloy Poza encesta sobre su propia canasta", el Faro de Vigo recuerda la situación por la que pasó nuestro jugador con solo un año de edad:
Eloy Poza encesta sobre su propia canasta
Con un solo riñón por un cáncer y necesitar audífonos, el adolescente isleño pisa fuerte en el baloncesto gallego
El deporte está plagado de historias de vitalidad. Realidades que hacen de la pasión por el juego el mejor sanador posible. De como las limitaciones son menos cuando se trata de pelear por conseguir tus sueños a base de ilusión y trabajo. Eloy Poza Dacosta es un claro exponente de superación. Este isleño de catorce años recién cumplidos es uno de los mejores jugadores gallegos de baloncesto de su generación, pese a contar con un solo riñón y necesitar de audífonos. Un cáncer padecido con solo un año de edad añade más valor a los méritos de un talento en ciernes.
El baloncesto gallego tiene una firme apuesta de futuro en A Illa de Arousa. Eloy Poza Dacosta es el nombre de un jugador que, a sus catorce años, se ha convertido en un habitual de las selecciones gallegas. El global de sus cualidades no ha pasado desapercibido para los técnicos que le han convocado tanto en la categoría minibasket como en infantil. Su último servicio a la selección autonómica tuvo lugar el pasado fin de semana en un torneo en Madrid junto a los combinados, además del anfitrión, del País Vasco y Castilla León, preparatorio para el Campeonato de España infantil por autonomías que tendrá lugar en Huesca del 11 al 16 de abril.
Ser uno de los doce elegidos de una generación para representar a Galicia es un mérito que, en el caso de Eloy, adquiere una dimensión aún mayor. El camino para llegar a este nivel comprende una lección de vida sobrecogedora. Víctor y Sandra, sus padres, nunca olvidarán como se les pellizcó el corazón aquel día de hace ahora trece años. Faltaban dos días para que su primogénito alcanzase el primer año de edad cuando en la rutinaria revisión pediátrica se diagnosticó que Eloy padecía un cáncer de riñón.
La planta de oncología de un hospital vigués se convirtió en lugar de residencia obligado de la familia durante los siguientes meses. Lo avanzado de la enfermedad obligó a los nefrólogos a proceder a la extirpación del órgano afectado y someter al bebé a sesiones de quimioterapia para completar el tratamiento necesario. Eloy salió adelante en la primera de las muchas muestras de fortaleza que ya ha dado y que seguirá dando, pero la dureza del método de cura dejó secuelas en sus oídos.
Con un único riñón y con sendos audífonos en sus oídos para elevar su umbral de escucha Eloy siguió creciendo. Su padre Víctor, quien jugó a baloncesto en clubes como el Xuven de Cambados o el Dorna de A Illa, pronto le facilitó su primer contacto con la canasta. Con solo cinco años Eloy ya claudicó a los encantos del bote del balón y los lanzamientos. Nacho Rebollo se convirtió en su primer entrenador y el pabellón del colegio A Torre en su segundo hogar. Allí compartía diversión y progresos a una velocidad que ya iba dejando entrever tanto su calidad como su pasión no exenta de disciplina.
Con doce años fue convocado para el Campeonato de España de minibasket en la localidad gaditana de San Fernando y a la temporada siguiente, siendo infantil de primer año, mostró un altísimo rendimiento como jugador vinculado en el Liceo Casino en la primera división gallega a las órdenes de Juan Santos. Sus habilidades le llevaron a ser incluido en la preselección gallega quedándose a las puertas de ser elegido.
Ahora juega en el Rosalía de Castro de Santiago infantil, siendo una de las piezas clave en el liderato que ostenta su equipo. Su padre Víctor le concede esa posibilidad en base a una condición innegociable, "no puede resentirse el nivel académico". Y Eloy se encarga de que así sea. Muestra la misma disciplina en la cancha que fuera de ella. Por ello no duda en llevarse las tareas del colegio al tren en el que se desplaza a la capital compostelana todos los miércoles y los viernes para entrenar. Los lunes toca trabajar la técnica individual en A Illa. Su nota media es notable y no está dispuesto a descabalgarse de ese listón.
Desempeñándose ahora en las funciones de alero, el propio jugador reconoce, con una madurez asombrosa, que "tengo que seguir entrenando muy fuerte para poder mejorar en todo. A mi edad me queda mucho por hacer y por entrenar". Obligado a jugar con los audífonos, Eloy reconoce que lo hace "sin problema" y estremece escucharle cuando señala "la mentalidad"· como su principal virtud. Un afán de superación ejemplarizante.
El baloncesto gallego tiene una firme apuesta de futuro en A Illa de Arousa. Eloy Poza Dacosta es el nombre de un jugador que, a sus catorce años, se ha convertido en un habitual de las selecciones gallegas. El global de sus cualidades no ha pasado desapercibido para los técnicos que le han convocado tanto en la categoría minibasket como en infantil. Su último servicio a la selección autonómica tuvo lugar el pasado fin de semana en un torneo en Madrid junto a los combinados, además del anfitrión, del País Vasco y Castilla León, preparatorio para el Campeonato de España infantil por autonomías que tendrá lugar en Huesca del 11 al 16 de abril.
Ser uno de los doce elegidos de una generación para representar a Galicia es un mérito que, en el caso de Eloy, adquiere una dimensión aún mayor. El camino para llegar a este nivel comprende una lección de vida sobrecogedora. Víctor y Sandra, sus padres, nunca olvidarán como se les pellizcó el corazón aquel día de hace ahora trece años. Faltaban dos días para que su primogénito alcanzase el primer año de edad cuando en la rutinaria revisión pediátrica se diagnosticó que Eloy padecía un cáncer de riñón.
La planta de oncología de un hospital vigués se convirtió en lugar de residencia obligado de la familia durante los siguientes meses. Lo avanzado de la enfermedad obligó a los nefrólogos a proceder a la extirpación del órgano afectado y someter al bebé a sesiones de quimioterapia para completar el tratamiento necesario. Eloy salió adelante en la primera de las muchas muestras de fortaleza que ya ha dado y que seguirá dando, pero la dureza del método de cura dejó secuelas en sus oídos.
Con un único riñón y con sendos audífonos en sus oídos para elevar su umbral de escucha Eloy siguió creciendo. Su padre Víctor, quien jugó a baloncesto en clubes como el Xuven de Cambados o el Dorna de A Illa, pronto le facilitó su primer contacto con la canasta. Con solo cinco años Eloy ya claudicó a los encantos del bote del balón y los lanzamientos. Nacho Rebollo se convirtió en su primer entrenador y el pabellón del colegio A Torre en su segundo hogar. Allí compartía diversión y progresos a una velocidad que ya iba dejando entrever tanto su calidad como su pasión no exenta de disciplina.
Con doce años fue convocado para el Campeonato de España de minibasket en la localidad gaditana de San Fernando y a la temporada siguiente, siendo infantil de primer año, mostró un altísimo rendimiento como jugador vinculado en el Liceo Casino en la primera división gallega a las órdenes de Juan Santos. Sus habilidades le llevaron a ser incluido en la preselección gallega quedándose a las puertas de ser elegido.
Ahora juega en el Rosalía de Castro de Santiago infantil, siendo una de las piezas clave en el liderato que ostenta su equipo. Su padre Víctor le concede esa posibilidad en base a una condición innegociable, "no puede resentirse el nivel académico". Y Eloy se encarga de que así sea. Muestra la misma disciplina en la cancha que fuera de ella. Por ello no duda en llevarse las tareas del colegio al tren en el que se desplaza a la capital compostelana todos los miércoles y los viernes para entrenar. Los lunes toca trabajar la técnica individual en A Illa. Su nota media es notable y no está dispuesto a descabalgarse de ese listón.
Desempeñándose ahora en las funciones de alero, el propio jugador reconoce, con una madurez asombrosa, que "tengo que seguir entrenando muy fuerte para poder mejorar en todo. A mi edad me queda mucho por hacer y por entrenar". Obligado a jugar con los audífonos, Eloy reconoce que lo hace "sin problema" y estremece escucharle cuando señala "la mentalidad"· como su principal virtud. Un afán de superación ejemplarizante.
(Fuente: Diego Doval - El Faro de Vigo)
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